Uno de los mayores mitos que se tejen sobre Luis Miguel es su supuesta apatía, en la que ni siquiera permite que le miren a los ojos. En Camino a Viña, Eva Gómez reveló que su experiencia con el "Sol de México" fue muy distinta.
"Yo lo miré cualquier cantidad. Yo lo miré a los ojos, lo revisé y estaba sanito el cabro. Es muy simático. A mí por lo menos me cae muy bien, qué quieres que te diga. Conmigo fue muy gentil, me daba besos en la mano... de hecho, esta mano nunca más me la lavé. Muy caballero, estaba muy guapo", bromeó la animadora.
Encuentro en un restaurante
Sin embargo, Gómez conoció al cantante incluso antes de conducir en el Festival de Viña del Mar gracias a su amistad con la hija del chef Coco Pacheco.
En una oportunidad, el intérprete de "Culpable o no" iba a cenar en el restaurante "Aquí está Coco" y su amiga me dijo "viene Luis Miguel" y yo lo amaba, lo amaba mal. Entonces yo le dije "ayúdame. Voy para allá, me pongo en la puerta y yo con verlo me doy por pagada... pero entró por la cocina".
A pesar de esta decepción, Eva intentó ver al artista con otra estrategia. "Caché que había entrado por atrás y que estaba en la cava, entonces dije 'me voy a buscar un vino'. Partí para abajo con mi mejor caminada -que no es muy buena- (...) a buscar una botella de vino y cuando me devuelvo, él me saluda".
"Me dice '¿eres de acá?' y yo, 'sí'. '¿Quieres cenar conmigo?' y dejé la botella y cené con él. Le dije 'yo también canto' y le canté sevillana, él también me cantó. Muy divertido. (...) Yo no entendía por qué le dicen 'chupete de fierro'. En mi caso fue muy encantador", aseguró en entrevista con Karen Doggenweiler.