Américo visitó el almacén de Don Tuto, donde tanto él como su fiel empleado Chetumé le ofrecieron la mejor atención al artista. Sin embargo, la hospitalidad del trabajador haitiano tocará el corazón de Américo, de modo que le dará un privilegio que el jefe tratará de perseguir.
El dueño del local querrá saber todos los entretelones de su carrera, incluso lo personal, que Américo no terminará viendo con los mejores ojos.