Elcira es una mujer estricta, fatalista y llena de complejos. Todas estas características le han servido para transformar su vida y desvivirse por servir a la familia Santa Cruz, en especial a doña Catalina Minardi. Ella los quiere como si fueran sangre de su sangre, mal que mal ha vivido ahí toda su vida como una sombra persistente y silenciosa. Elcira nunca se casó ni tuvo hijos y las malas lenguas cuentan que estuvo secretamente enamorada de don Bernardo Santa Cruz, y que fue ella quien más lloró en su funeral. Hace un tiempo, Elcira intercedió para que su ahijada Melisa consiguiera un trabajo como nana en la casona. Su cariño genuino por la joven sureña es la prueba más evidente de que detrás de su aspecto severo se esconde un corazón noble. Sin embargo, su verdadera lealtad está con la patrona, doña Catalina. Por ella está dispuesta a todo, incluso a guardar los más oscuros secretos de los que es portadora.