A diferencia de su difunto marido, Catalina Minardi fue siempre una mujer práctica y determinada. Femenina y vanidosa toda la vida se ha preocupado de lucir bien. Con sus hijos grandes y los negocios a cargo de Luciano, el mayor, Catalina vivía los mejores años hasta que un repentino accidente cerebrovascular la tuvo al borde de la muerte.
Hoy está de vuelta en su casa tras casi dos meses en una clínica y con una hemiplejía que ha comprometido parcialmente su movilidad en manos y piernas; por lo que ha vuelto a su fundo en compañía de Amanda Solis, una enfermera que la ayudará en su proceso de rehabilitación.