Seyrán (Afra Saracoglu) regresó a la ciudad de Antep, enviada por su padre para cortar definitivamente todos los lazos con Ferit (Mert Ramazan Demir).
El momento en que la protagonista de Seyrán y Ferit volvió a poner sus pies en la antigua casona de su familia se convirtió en uno de los más comentados del capítulo 100 de la teleserie, ya que la residencia Sanli guarda parte de los recuerdos más amargos y dulces de la joven.
Toda su infancia y adolescencia la pasó entre sus muros de piedra, en los que vivió la hermosa complicidad de hermanas con Suna (Beril Pozam) y los castigos de Kazim (Diren Polatogullari). Incluso fue encerrada en la bodega sin comida, ni agua cuando se negó al matrimonio con Ferit.
Pero la tristeza de su boda con un desconocido, realizada en la misma propiedad, se tornó mucho en un recuerdo feliz ya que terminó por enamorarse irremediablemente del menor de los Korhan.
Los seguidores de la teleserie hicieron hincapié en este punto, catalogando la casa de Antep como una prisión, pero que trae a la memoria de Seyrán el comienzo de su apasionado romance.