El amor entre Ceylin (Pinar Deniz) e Ilgaz (Kaan Urgancioglu) se gestó en un contexto lleno de problemas entre sus familias, la justicia y un crimen que sacó lo mejor y peor de cada uno. Sin embargo, esto no impidió que su relación estuviera llena de crisis en las que se separaron y, más tarde, se volvieron a juntar.
En el episodio 210 de Yargi se concretó el tercer matrimonio de los fiscales, esta vez en una pequeña ceremonia y solo con la compañía de sus amigos Eren (Ugur Aslan) y Yekta (Ugur Polat).
¿Cómo han sido los matrimonios entre Ceylin e Ilgaz?
Una unión por conveniencia
Ceylin decidió convertirse en la abogada de Cinar (Arda Anarat), sindicado como el presunto asesino de su propia hermana, Inci Erguvan (Ece Yüksel). Fiel a su estilo arriesgado, Ceylin consiguió pruebas de forma ilegal y las incluyó en el expediente a favor de su defendido; algo de lo que supo Ilgaz y que no pudo detener a tiempo.
Pars (Mehmet Yilmaz Ak) iba a interrogar al fiscal, pero él no quería ir en contra de sus principios al mentir. Para no tener que declarar al respecto, los dos aprovecharon la ventaja del matrimonio: la justicia permite que los cónyuges mantengan silencio frente a una investigación contra su pareja.
La fiesta de sus sueños
En el camino de este primer matrimonio, la pareja se enamoró perdidamente. El problema es que una nueva muerte golpeó a Ceylin tras el asesinato de su padre, Zafer (Ali Seçkiner Alici). Esta vez, todas las evidencias apuntaban a Cinar, provocando un quiebre irremediable entre Ilgaz y ella.
Cuando se esclareció la verdad -Serdar (Eray Ertüren) era el culpable-, decidieron volver a intentarlo. La segunda boda fue frente al mar y en compañía de sus amigos y familiares.
Todo gracias a Mercan
Si bien hubo ripios en el medio de esta segunda unión, siempre encontraron la forma de mantenerse juntos. Todo parecía ir viento en popa en una familia que creció con la llegada de la pequeña Mercan (Eylül Ugur), pero en el momento en que ella desapareció, se terminó la calma al interior del hogar.
Las terapias de pareja no sirvieron, porque Ceylin nunca aceptó que su hija pudiera haber muerto en el mar. Así, ella decidió divorciarse con la promesa de volver con su esposo una vez se reencontraran con la pequeña.
La rabia y el dolor contenido desaparecieron al volver a ver a la niña. Como el amor entre los dos nunca se apagó, el paso lógico era volver a estar juntos y ser una familia para recibir otra vez a Mercan. Así, armaron una rápida cita con la oficial de familia y se casaron con sus amigos como testigos.